domingo, 24 de junio de 2007

Chanchullos...

Empujo la puerta y esta chirría como si de una advertencia se tratase. Camino firmemente entre montones de papel que, esparcidos sin mucho orden, quedan a la altura de mis tobillos desnudos.

En la primera ojeada no encuentro a nadie en el lugar, y casi doy gracias por ello, busco nerviosamente en cualquier rincón donde una persona corpulenta como aquella pudiera esconderse. A estas alturas os habréis dado cuenta de que no era mi primera visita a aquel lugar y que, si no ponía fin a mi creciente adicción, tampoco sería la última.

Derepente, y casi agazapado detrás de uno de aquellos desvencijados muebles, reconozco una silueta familiar. Lleva una de las manos pegada a su cara y la otra parapeta algo, pero no consigo distinguir muy bien que es hasta que se gira y se percata de mi existencia. Avanza un par de pasos y acaba bajo uno de esos enfermizos tubos de luz fluorescente que hacen que pueda comprobar que estaba hablando, o eso al menos parece que haga, por teléfono mientras susurra algo sobre una caja de herramientas, era lo poco que mi ya forzado oído consiguió reconocer entre tanto murmullo.

Volvió a girarse para terminar la conversación, guardó aquel viejo teléfono en su bolsillo, se pasó la mano por la barba algo descuidada y esbozando una forzada sonrisa se dirigió hasta a mi clavando aquellos pequeños ojos, que tras esos inmensos cristales parecían aún más pequeños, en la puerta para comprobar que no había nadie más.

-Lo de siempre, ¿supongo?- me dijo, intentado que que su voz no rompiera demasiado el silencio de aquél gélido lugar.
-Si, pero...-, titubeé por un instante, sin saber muy bien si merecería la pena la pregunta. Ya era tarde y era casi seguro que no quedara nada. Ya eramos demasiados los interesados y el "producto" era escaso, muy escaso, - ...creo que también tenía algo más para mi, ¿no es así?-.
-Espera, puede ser, lo consultaré.

Hacía poco que había cambiado el tradicional método de "buscar en los cajones" por el de aquel viejo ordenador que, por muy anticuado que fuera, le servía de moderna libreta de notas.

-¿Tu nombre era?.
-Esto, verá. No creo que esté a mi nombre-. No me gustaba dejar ningún rastro en este tipo de lugares. Ya era lo suficientemente vergonzoso como para que también quedara reflejado en algún sucio sitio.

-¿Tal vez este?-, señaló con el dedo, un tanto tiznado de negro, a un nombre corto que parpadeaba en la pantalla.
-Si!-, aquella exclamación delató mis ansias.-Ella es mi hermana-.

En su rostro vi la duda, que casi termina crispando mis pocos nervios, pero al final asintió con la cabeza.

Volvió al oscuro punto de origen y haciendo un extraño amago hizo aparecer un pequeña bolsa transparente que dejaba entrever algo blancuzco en su interior.

-Que no te vea nadie salir con esto, es más, si te detiene alguien y la descubre ni se te ocurra nombrar este lugar... o será lo último que hagas-. Y tras decir esto sonrió levemente

Metió aquello en un bolsa translucida y sobre el puso "lo de siempre", comprobando por cuarta vez que no se veia nada extraño.

Solté el billete encima del mostrador, había calculado cuanto era todo un par de cientos de veces, y de un torpe manotazo lo agarré y salí corriendo como alma que lleva el diablo.

Esta vez el chirrido me pareció música celestial.




Por fin era mía.

3 comentarios:

Ukita dijo...

Uki puede dormir con la kamizeta ziiiii??!!! XDDDDDD

Kab Black dijo...

NO!!

Ukita dijo...

:( prefiero dormir desnuda jajaajjaaaa -jo